Cuidado Radical

Yo le decía que sí a todo o a casi todo. En mi buen ánimo y disposición siempre estaba lista para lo que fuera… dicen que, como los scouts. 

Sin embargo, estaba lista para los demás, no para mi.  Y las cosas básicas para hacer de mi para mi, como las citas médicas, las aplazaba… por poner sólo un ejemplo. 

No obstante, empecé a sentirme cada vez más cansada y hasta malgeniada por las demandas de los demás hacia mí.   Demandas de tiempo, de atención y de cuidado.  Lo peor es que sentía que tenía el deber de responderles a todos y satisfacer los pedidos de la mayoría.  Claro está que esta idea sobre cómo debía estar para los otros y en últimas cómo servir, estaba absolutamente inconsciente y sí, me estaba llevando por delante. De eso hace ya varios años.  

Síntomas, señales y maestros aparecieron en mi vida mostrándome que así no se servía y no era manera de estar para otros.  Eso no era ser incondicional.  Algunas buenas amigas con su voz de sabiduría me alertaron que no podía seguir cargando con lo de todos y mi hijo en su sabiduría de sus entonces 4 años me enseñaba a poner limites con su ejemplo. Y mi cuerpo también empezó. 

Si hay síntomas de extremo cansancio, de tristeza, rabia o resentimiento; si en algún momento te victimizas sintiendo que nadie te está cuidando cómo tu quieres; te tengo una noticia, el problema no es que los otros no te cuiden es que tú no te cuidas.  

Aprender a cuidarte pasa por saber qué quieres, cuáles son tus necesidades, cuáles son tus valores; pasa por valorar lo más precioso que tienes: tu energía y sus múltiples expresiones: ¿con quién compartes tu tiempo?, ¿con quién compartes tu sexualidad?, ¿a quien priorizas en tu vida? … y pasa por revisar la idea que tienes de servir o de amar. 

Porque las personas no te van a amar más porque les digas que sí a todo, corres el riesgo de que te usen porque lo permitiste. Tampoco porque estés siempre lista para ayudar sin medida.  

Aprende a cuidarte de una manera radical: ámate sin medida, di que no si tu corazón así lo quiere gritar, di que sí cuando tu energía es valorada, cuando has puesto sanos límites y lo único que queda es gratitud infinita porque poner tu energía al servicio la multiplica aún más. 

Yo sigo estando siempre lista.  Sin embargo, escojo, me priorizo a mi también y sirvo, ya no tanto buscando aprobación, afecto o aceptación, porque con los años me he aprendido a dar eso a mi; ahora sirvo desde un lugar más limpio y, cuando necesito recargar energía, me voy a mi cuevita personal a llenarme de energía vital. 

He descubierto que cuidarme radicalmente es la mejor manera de cuidar a quienes amo y de esparcir mis dones sin desgaste ni sobre-esfuerzo.

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