La rueda de la medicina: sabiduría sagrada

En mi anterior entrada al blog mencioné lo importante que la RUEDA DE LA MEDICINA ha sido para mi en mi proceso de fluir y crear armonía en mi vida.  Algunas personas me preguntaron de qué se trata ésta, así que aquí les cuento un poco de historia. 

Conocí esta sabiduría tiempo atrás de oídas, en una conversación que sostenían unos “sabedores indígenas”. Tiempo después, en la Sierra Nevada de Santa Marta, tuve la oportunidad de comprender con más profundidad la forma como las culturales ancestrales de nuestros territorios viven en armonía con la naturaleza en una íntima conexión y comprensión de sus ciclos. Sabiduría que lastimosamente se ha ido perdiendo, mercantilizando… pero eso es otro cuento. 

Más recientemente a través de Karina Falcón de Mujer Lunar® tuve la oportunidad de estudiar a profundidad la rueda, además de leer de un par de libros al respecto.

Esta fascinante sabiduría se encuentra alrededor del mundo en distintas culturas y pueblos originarios. La rueda medicinal es efectivamente una rueda o círculo que al trabajar los cuatro rumbos: norte, este, sur, oeste y las tres direcciones: arriba, abajo y el corazón, nos conecta de nuevo con los ciclos naturales de la vida, con la manera como los hemos vivido pero también con la forma en que hasta siete generaciones atrás lo hicieron.  

En este mundo tan acelerado y ajeno a los ritmos propios, encontrarse con la medicina de esta rueda es un bálsamo para la vida, pues nos reconcilia con quienes somos, con los ciclos de vida y sus aprendizajes. Hemos fabricado una vida lineal, de logros y de una visión de quien tenemos que ser para otros, aunque eso no coincida con quien realmente somos. 

La rueda, entre otras cosas, nos da equilibrio entre el adentro y el afuera, es decir entre qué tanto ponemos la mirada en nuestros anhelos y deseos, y qué tanto en lo que la sociedad pide. Nos equilibra entre lo que hacemos con y para otros, y con y para nosotros.   

Nos abre la comprensión sobre cómo participamos en el ciclo de la naturaleza, en el nacimiento y la muerte, desprendiéndonos de la idea romántica de que la ausencia de conflicto (que no es lo mismo que agresión o violencia) es lo ideal y devolviéndole a la vida, en todas sus expresiones, su carácter sagrado.

Así, recorrer la rueda nos reconcilia con quienes somos y hemos sido; con nuestros ancestros y nos abre la puerta para construir futuro desde un presente en armonía conectado con el latir de nuestro corazón, unido a la tierra y al cielo.

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