¿Y eso te nutre el alma?

La constancia y el exceso de disciplina también tienen unos costos. ¿Y esa afirmación de dónde surge? De como yo he concebido la auto-disciplina y la constancia. ¿Y eso que tiene que ver con el alma?

Verás, yo he sido de esas que va con paso firme haciendo lo que hay que hacer, que no se rinde fácil, que cuando hay que hacer “sacrificios” los hace en aras de un objetivo mayor. Sin embargo, eso ha creado un diálogo complejo interno, de esos inconscientes que uno cree que no está definiendo temas vitales, pero sí, si que lo está.

Me explico. En esa manera mía de auto-disciplinarme he logrado muchas cosas, entre otras, manejar la independencia y el emprendimiento con mucha pericia en términos de mi capacidad productiva, pero también ha hecho que mi relación conmigo sea de mucha autoexigencia.

Y como ya saben, todo extremo es malo, pues yo he sabido irme al extremo e incrementar esa autoexigencia. La evidencio en mi cansancio físico, en la obligatoriedad que termino estableciendo sobre cosas que debería hacer por placer y porque me nacen no porque me tocan y, en el exceso de “compromisos” que adquiero sin darme cuenta, entre otras miles de cosas.

Esa consciencia que he ido logrando sobre mi exceso de autoexigencia me ha llevado a hacerme cada cierto tiempo dos preguntas fundamentales: ¿para qué estoy haciendo lo que estoy haciendo? ¿esto me nutre el alma? Haciéndome estas preguntas este segundo semestre tomé varias decisiones: no continuar con cierta tradición navideña que había creado…; decidí decir más veces NO y asegurar que a lo que le digo que Sí me mueve lo suficiente desde el corazón.

Al final, nada se debe convertir en una obligación: ni tus hijos, ni tu pareja, ni tu trabajo, ni tu propósito, ni tu felicidad… si te lo vives desde ahí se experimentarán como una carga y perderán su sentido. Creo que deberíamos ser más como el agua, fluir con el devenir de la vida sin perder el foco y, no perdemos el foco si le preguntamos a nuestra alma si eso es lo que necesita en ese momento y la nutre.

La constancia y la autoexigencia no dejarán de existir, pero si dejarán de estar de esa manera en la que terminan siendo opresivas en vez de un don capaz de darnos proyección de largo aliento.

Anterior
Anterior

La fe

Siguiente
Siguiente

La belleza de la sombra – la luz de la oscuridad