Somos uno

La mayor parte de la vida transcurre en definir tu identidad; en construir esa persona que identificas como “yo” y que te diferencia de los demás a la vez de que te ayuda a “encajar” en un contexto. La construcción del ser como individuo es fundamental en el proceso de desarrollo de cualquier ser humano; no obstante, la mayor parte de las veces esa construcción se hace desde el miedo a ser “otro”; frases como: yo jamás…, yo no soy así, es que eso sería impensable en mi…. Denotan siempre límites muy gruesos y a eso inclúyele nacionalidades, razas, condición socio-económica, etc

¿Qué pasaría si esa construcción de nuestra identidad fuera alentada por el amor y no por el miedo? ¿qué pasaría si lo hiciéramos abrazando la diferencia y la diversidad, sin creer que por eso perdemos nuestra “personalidad”? Y si además de todo eso lo hiciéramos también fortaleciendo nuestro sentido del yo sin debilitarlo en función del nosotros, ¿qué pasaría?

Mi supuesto es que tendríamos una sensación del otro y del nosotros más cercana, con mayor apertura y curiosidad, sin juicios por lo distinto; mi hipótesis es que aprenderíamos a poner sanamente límites cuando lo consideremos necesario y que exploraríamos con mayor amplitud quiénes somos realmente; mi hipótesis es que entenderíamos esto de que somos uno, no como una moda new age o algo cercano a la ciencia ficción, sino como una experiencia real porque estaríamos dispuestos a experimentar a consciencia lo que significa estar interconectados. 

Al final es como la luz eléctrica en tu casa, no porque la tengas apagada quiere decir que no exista, sólo tienes que ir al interruptor y prenderla. Entender que somos uno requiere abrirse a experimentar la interconexión y vivirla sin perderte en ella… y para eso necesitas ampliar los límites de tu identidad. ¿Tú estarías dispuesto a desafiar lo que te define?

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